29/2/16

Lucharemos para lograr el salario mímino igual al de los demás trabajadores





Unas 30 compañeras de la Asociación de Empleadas Domésticas del Paraguay (ADESP), el Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (SINTRADOP) y el Sindicato de Trabajadoras Domésticas y Afines de Itapúa (SINTRADI) nos reunimos este domingo 28 de febrero en Asunción para planificar acciones en torno a la superación de la discriminación salarial legal a nuestro sector. 

Las trabajadoras discutimos en torno a la aplicación de la Ley Nº 5.407/2015 “Del Trabajo Doméstico” promulgada desde octubre pasado. La nueva ley –que contempla el acceso a la jubilación y a las ocho horas laborales al igual que el régimen laboral –aun no fue reglamentada  y servirá para la formalización de este sector que emplea mayoritariamente a mujeres pobres.  Después de muchos debates y lobby, las organizaciones además logramos que se excluyera de la ley el trabajo infantil doméstico, estipulando la edad mínima de 18 años, ya que  en principio,  en la cámara de diputados se votó un proyecto que refería  a la posibilidad de empleo desde los 16 años. 

El Artículo 10 de la Ley Nº 5.407/2015 establece que “el salario mínimo legal para el trabajo doméstico no será inferior al 60% (sesenta por ciento) del salario mínimo legal”. Es decir, que la obligación del empleador es pagar un salario  de Gs 1.094.433, lo cual implica una discriminación, ya que el monto es mucho menor que el salario mínimo legal para el régimen general. Las representantes de las tres organizaciones domésticas planificamos la redacción de un anteproyecto para modificar el Artículo 10, que sería entregado en la Cámara de Senadores el próximo 30 de marzo, día internacional de las Trabajadoras del Servicio Doméstico. Ese día, a las 18:00 horas, marcharemos desde la Plaza Uruguaya de Asunción para reclamar la igualdad salarial. 

Difusión de la ley entre empleadores

Uno de los temas discutidos entre las organizaciones es la necesidad de hacer llegar los contenidos de la ley del trabajo doméstico a los empleadores, ya que en el proceso de formalización conviene a las partes negociar una salida conjunta, sobre todo si la empleada doméstica nunca fue declarada en el Instituto de Previsión Social (IPS).  Para eso, elaboraremos una serie de informaciones que se entregarán mediante un folleto en las casas de los barrios que visitamos para seguir sumando afiliadas a nuestros sindicatos.

Según una publicación del Centro de Documentación y Estudios (CDE), en Paraguay,  unas 235.771 personas se dedican al empleo doméstico y de este grupo, el 219.427 son mujeres y apenas 16.344 son hombres.      
El encuentro de planificación conjunta de las tres organizaciones de trabajadoras domésticas fue posible gracias al Centro de Documentación y Estudios (CDE) con el apoyo de ONU Mujeres.


Asociación de Empleadas Domésticas del Paraguay (ADESP).
Marciana Santander. Tel: (0981) 719-770.
Sady Molas 0991 221425
Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (SINTRADOP). 
Myriam Agüero Tel: (0982) 209-069.
 Del Rosario Bernal 0984 584619
Daniela Vargas 0984 591588
Sindicato de Trabajadoras Domésticas y Afines de Itapúa (SINTRADI). 
Celina Barrios Tel: (09856) 725372.
 Ángelica Maciel 0995360555















4/2/16

¡Sos vos, porque sos la criadita!





Trabajo doméstico decente frente a una cultura de explotación laboral infantil.  Kelly Agüero, de la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay (ADESP)


Kelly hoy es una referente de las trabajadoras domésticas del Paraguay. Las principales dirigentes de las tres organizaciones del sector de trabajo doméstico siempre están conectadas a través del mensajes de texto o se llaman por teléfono al menos una vez a la semana. Cuando supieron  lo de Carolina Marín, que la mataron a golpes en Vaquería, que era una criadita de  apenas 14 años, se comunicaron entre compañeras y enseguida dijeron: ¡tenemos que hablar de esto otra vez! Cuando supieron que Carolina Marín vivió en la casa de su asesino desde los tres años, y que detrás de las altas murallas los vecinos oían los llantos de la niña, otra vez volvió la historia de muchas compañeras que en los encuentros contaban  cómo pasaron del criadazgo al trabajo doméstico remunerado pero mal pagado; y cómo no pudieron salir del trabajo doméstico como opción laboral – un trabajo que aún no es decente en Paraguay- porque es un trabajo que lleva consigo una discriminación desde la propia ley: no se paga igual que los otros trabajos, ya que por ley el empleador solo está obligado a pagar el 60% del mínimo legal vigente. 

Kelly ya había hablado de su historia en varios medios. La periodista Claudia Merlos de Abc Color logró hace poco que Kelly se descongojara de vuelta cuando leyó su historia. No se trata de “hacerse la víctima”. Kelly lo sabe. “Se trata de que no quiero que otras personas repitan mi historia”, lo explica. Lo de Carolina nubló su mente de impotencia por segundos, pero Kelly y sus compañeras supieron que debían estar allí: fueron al acto convocado el viernes bajo el nombre de “Ni Una Carolina Más”. Kelly subió al escenario. El pecho se le llenó de angustia por momentos, pero sabía que debía volver a recordar algo que ella misma siempre repite que debe olvidar para poder seguir adelante. Kelly habla de “vos” como una forma de recordar que su historia y la historia de Carolina, es la historia de miles de niñas en Paraguay.




Testimonio de una experiencia de criadazgo.
Las organizaciones de trabajadoras domésticas decimos No al Criadazgo en Paraguay desde nuestras luchas, desde nuestras experiencias, porque muchas de nuestras compañeras han vivido la experiencia. La muerte de Carolina Marín, una joven de 14 años en manos de su patrón, desnuda una situación que nosotras denunciamos cuando dijimos "No al trabajo doméstico a personas menores de 18 años de edad" y los propios legisladores no escucharon nuestras propuestas. Hoy volvemos a decir que el trabajo doméstico en condiciones discriminatorias alienta a este sistema cruel que es el criadazgo, una de las peores formas de esclavitud. Crédito del vídeo: Sintya Valdez. Testimonio de Kelly Agüero
Posted by Igual valor, iguales derechos on jueves, 4 de febrero de 2016

“Yo fui criadita desde los siete años.  Ustedes no se imaginan lo que se pasa. No me quiero acordar, porque es para que yo empiece a llorar...¡porque vos sos la que comés más, vos sos la que robás el alimento, vos sos la que tenés que hacer de todo. Tenés que levantarte a las tres de la mañana. Tenés que ser la última en acostarte a dormir. Después, si ellos (los patrones) salieron…los hijos, las hijas…o si ellos mismos salen y tienen que volver…vos tenés que levantarte otra vez a hacer todo.  Limpiar donde ellos cenaron porque al día siguiente todo tiene que estar impecable”, recuerda.
Kelly recuerda su experiencia a los siete años: “La camisa  no tiene que estar arrugada, el cuello tiene que estar bien planchado, ni una arruguita debe tener. El pantalón tiene que estar bien por la raya. No tiene que tener doble raya. Ahora es todo fácil: vaquero y ya. La camisa también, no puede haber doble raya.  Y después, te ponían en un lugar para que vos puedas lavar la ropa a mano. No había sol. No había lluvia. No había frio: vos tenías que lavar esa ropa y se tenía que secar. Vos tenías que hacer lo imposible para que se seque esa ropa para el otro día. Si era uniforme de los niños, si era uniforme de tu patrón, de tu madrina o de otra persona que está en la casa. Tenés que hacer lo imposible para que se seque. Y una nena de 7 años…” (Kelly se emociona).
Responsabilidad
El criadazgo plantea además un tema de origen: mujeres con hijos a los que no pueden sostener. Padres ausentes en una cultura machista. Para una persona que ha pasado por el criadazgo, reconstruir la historia es una de las tareas más duras. Entender por qué la madre se separa de ella.
“A lo mejor  esa mamá  no puede mantener a los chicos. A lo mejor esa mamá trabaja mucho pero igual no le alcanzaba para darle a una criatura.  Cuatro chicos es mucho para una mujer. Ahora no es como antes. Ahora hay por todos lados hay ayuda, pero lo que yo no quiero más  que pase lo que nos pasó”, dice Kelly.
“Tenemos que poner la máscara y seguir hacia adelante…”, es su frase para esconder la tristeza y justificar la alegría. Pero explica que no puede callar su dolor ante tamaña tragedia como la de Carolina Marín. “Cada vez que escuchamos que pasa algo como lo que pasó ahora. Cuando veo que alguien le pega a una criatura, se  me viene a la cabeza eso. Yo tenía que comer la sobra…comé si querés comer, si no querés, tenés hambre, pasás frío. Si no te alcanzó la comida, igual nomás tenés que seguir hacia adelante porque es así. No crea que para la criada es fácil”, dice.
“Después, como le pasó a esta niña, así también,  te pegan: ¡porque vos sos maleducada, porque pediste más comida, vos tocaste más comida de la heladera, vos tocaste la fruta, por más que vos no hayas hecho nada, por más que vos no hayas tocado un guaraní de nadie, ¡Sos Vos.¡Sos vos! ¡Porque sos vos la criadita de la casa!
“Encima que te doy vestido”, te dicen.  Guaaa! Si decís que te querés ir a la Escuela, ¿Pero porqué te querés ir a la escuela si estás bien en casa? Así es la vida de las criaditas. Así lo recuerda Kelly a casi 60 años, viva en su memoria, aquella niña de siete años obligada a trabajar y maltratada todos los días. 
¿Quién se hace cargo de esta situación? ¿Por qué existen personas que se creen superiores a otros? ¿Por qué existen trabajadores y trabajadoras que piensan que el trabajo doméstico es un trabajo que no merece el salario igual al de otros trabajadores? El historiador Ignacio Telesca explica este fenómeno en la negación histórica de la esclavitud en Paraguay